Miembro destacado de la generación que renovó la historieta en Francia,
su reinterpretación del personaje Spirou se convirtió en un clásico
instantáneo
Hijo de padre catalán y madre valenciana, Émile Bravo es una rara avis
dentro de la generación que ha renovado el cómic francés por sus
trabajos orientados principalmente al público infantil, que lo han
convertido en una figura indispensable del intachable panorama de la
historieta gala. En un perfecto castellano se deshace en elogios hacia
Viñetas desde o Atlántico, donde ayer dio una conferencia: «Es
maravilloso, porque está pensado sobre el encuentro. En otros te ponen a
firmar ejemplares todo el día sin más, y es agotador. Se nota que el
organizador es un autor», dice refiriéndose a Miguelanxo Prado.
-Pertenece a la Nouvelle Bande Dessinée...
-Realmente las etiquetas no son lo mío. De hecho,
mi dibujo es más clásico, así que no tengo la impresión de haber
inventado nada. Digamos que somos más que nada un grupo de amigos que
coincidieron alrededor de una corriente artística.
-Pero coincidió con autores como David B., Christophe Blain o Marjane Satrapi en los mismos estudios y talleres.
-No me gusta utilizar el término milagro ,
pero es cierto que en un plazo no superior a tres meses coincidimos en
el mismo sitio gente muy dispar, que no habíamos hecho gran cosa hasta
el momento, pero con una visión semejante del cómic. Cada uno hacía una
cosa diferente, pero nos apoyábamos los unos en los otros. Fue pura
coincidencia, pero de la noche a la mañana se juntó mucho talento en el
mismo estudio.
-¿A qué se debe su orientación hacia el cómic para público infantil?
-Creo que si quieres tener lectores adultos debes
educarlos desde críos. No darles tonterías, sino tratarlos en serio, con
productos de calidad, y contarles historias serias.
-Pero sus obras también tienen gran acogida entre los adultos.
-Si una historia es buena lo es independientemente
de la edad del lector. Recuerdo la complicidad que se creaba entre mi
padre y yo cuando me leía a Tintín y veía que se reía de cosas que yo no
entendía. Si disfruta un adulto, es que ese cómic no intenta tomar el
pelo al niño.
-Su estilo tiene una clara tendencia clásica.
-De entrada yo no me considero dibujante, sino un
contador de historias. Esta es, simplemente, mi escritura gráfica. La
más elemental, la primera que hacemos de niños, la que entiende todo el
mundo. Porque el dibujo es la única escritura realmente universal,
válida en cualquier país independientemente del idioma. Por eso opto por
un estilo sencillo. Como la letra, para que se entienda, y sobre todo
los niños, tiene que ser clara.
-¿Cómo se enfrentó al reto de reinterpretar a un clásico como Spirou?
-Me dijeron si quería hacer mi Spirou, así que no
entré en su universo, sino que me lo traje al mío. Y aproveché esa
libertad para dar respuesta a ciertas preguntas que tenía sobre el
personaje desde niño, como el modo en el que conoció a Fantasio o, por
ejemplo, por qué no hay mujeres en sus historias, así que me inventé una
relación frustrada de juventud.
Le site d'origine ici: La Voz de Galicia
Merci à Pierrick Moriceau pour l'info